lunes, 15 de julio de 2013

Cencerrada 2011 en Villanueva de Ávila



En 2011 se celebró en la localidad de Villanueva de Ávila la fiesta de San Sebastián. Una tradición que, aunque ha estado aletargada durante algunos años, ha resurgido con la fuerza que le otorgan los nuevos tiempos y la euforia renovada de sus vecinos. Esta tradición muestra a lo largo y ancho de la geografía española numerosas variantes que, aunadas por un tronco común, adquieren las peculiaridades de cada zona en concreto.


Los orígenes de este evento no están demasiado claros pues, como apuntaba anteriormente, ha derivado en múltiples y variopintas  acepciones  adaptadas  a cada población pero, sí me atrevo a reseñar  algunos datos que  nos desvela;  Podía tratarse de un   cortejo ya que sólo se vestían los varones y su principal idea era exhibirse ante el resto. El hecho de mostrar una frenética actividad, recuerda al pavo real desplegando sus armas más valiosas  para ganar la atención de las hembras.  Jóvenes y sanos,  parecen  decir, estamos aquí. La  ruptura con el crudo invierno en aras de darle un tono festivo y echarse a la calle, podría constituir otra posibilidad.  Otros piensan en reminiscencias de los carnavales como anticipo de ellos.  Algunos creen que se trata de ensalzar el trabajo del ganadero o la importancia de los animales en la vida humana. Quizá el parón estacional de la tierra, con la mente puesta en la inminente labranza y siembra, era otro elemento que animaba a la actividad.


Como quiera que fuese esta tradición ha recalado con fuerza en Villanueva de Ávila donde año tras año se invita a vecinos y visitantes a conocer y disfrutar de esta manifestación cultural.

Nuestra Villa, formada antiguamente por poblados pequeños, distantes entre sí, que salpicaban la ladera norte de Gredos y se aliaban con el Alberche, tomó su propia manera de celebrar tan ancestral tradición. Jóvenes y mozuelos ataviados con ropajes un tanto extravagantes se rodeaban de correajes y cencerros con la intención de zarandearlos en sus saltos y carreras para sacar de ellos el lado festivo que llevan dentro. No eran obstáculos el frío, la lluvia, la nieve o la escarpada orografía del terreno para recorrer los kilómetros que separan los barrios en busca de diversión. Recopilaban cuantos alimentos, frutos y licores salieran de las manos generosas de labradores y ganaderos con el fin de llenar los estómagos hasta la madrugada.


Muy distinto es hoy, donde esta manifestación ha tomado expresiones actuales adaptadas a una población que, generalmente habita en las grandes ciudades y cuyas costumbres responden a otro tipo de hábitos.

Comienza la fiesta con publicitarlo aproximadamente un mes antes y con la venta, en los locales del pueblo, de alguna prenda que constituye el distintivo de cada año y cuyos beneficios ayudan a los organizadores en los gastos generados. El cartel suele reflejar fotografías de años anteriores patrocinado por empresarios de Villanueva de Ávila. Llegado el día, concretamente este año el 22 de enero, se cita a mayores y jóvenes para acarrear la mayor cantidad de leña posible y quemarla en la noche fría que se espera. Se compran patatas y carne de ternera y se recopilan recipientes apropiados para cocinarlo al aire libre para todos los asistentes (este año unas 350 personas). Se corta un aliso lo más esbelto posible y se traslada hasta el centro del bullicio donde, colocando un muñeco de tamaño real en la copa, se eleva y se planta simbólicamente. Todo ello regado con vinos de la tierra y acompañado de chocolate y dulces típicos y, como no, con la música de fondo que produce el balanceo de los badajos. También se organizan varios recorridos por donde niños, mozos y mozas en tropel tiñen las calles de colores y, sobre todo, acallan los sonidos clásicos de la naturaleza sustituyéndolos por el tronador runruneo de cientos de cencerros.


Villanueva de Ávila es un pueblo de tantos de la provincia con ganas de mantener sus costumbres y tradiciones, que se niega a la despoblación y posee gran hambre de futuro. Sus gentes, habitantes y cualquiera que nos visite, pueden apreciar estos síntomas en los que unas patatas con carne, cocinadas como en ningún lugar y, un buen vino elaborado de forma tradicional, no son más que la excusa perfecta para hacer pueblo, para confirmar que si estamos juntos ante el objetivo de mantener el legado de nuestros antepasados, no podemos fallar.

Vídeo:



La vaca quedó sorda de su cuello
por una noche en Villanueva se oye
sobre el viento perdido, los cencerros.



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